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antonin gibet

BIOGRAFIA

     Expresarse lo más lejos posible en la música, es lo que anima a Antonin Gibet. De niño, recuerda haber escuchado mucho jazz de parte de su padre guitarrista y de artistas como John Scofield o Herni Texier. Desde los diez años, Antonin Gibet comienza a tocar el saxofón, siguiendo los pasos de su abuelo. Algunos años mas tarde, el paisaje renés lo lleva a probar el bajo eléctrico, instrumento que desea. A partir de ese momento, no puede despegarse de esa alquimia que tanto ama, esa del groove entre músicos. Poco a poco, confirma su voluntad de profundizar ese groove y volverse músico. También el contrabajo hizo crecer su amor por la música. Se entrenó en las numerosas jams-sessions de Rennes y afirmó rápidamente su búsqueda artística en el conservatorio de Rennes.


     La búsqueda musical perpetua lo motiva. “Siempre tuve el deseo de ir lo más lejos posible en la música”

INTERVIEW

¿Desde cuándo quiere ser músico?


     “Resulta que mi padre tocaba la guitarra cuando yo era pequeño. Tenía grupos amateurs. Yo escuchaba siempre jazz en mi casa. Sobre todo John Scofield, Henri Texier, etc.


     Además, mi abuelo tocaba el saxofón desde su servicio militar y animaba bailes, y también era técnico de escena.


     No me interesaba particularmente la música en el primer momento. Fue mi padre quien me propuso entrar a una escuela de música. Tenía diez años cuando entré a la escuela de música de Châteaugiron para aprender el saxofón. Seguí allí los talleres de jazz.”


¿Quería en ese momento ser músico?


     “Rápidamente estuve al lado de músicos profesionales y al descubrir la escena del rock de Rennes comencé a tocar el bajo eléctrico. El cambio en mi voz comenzó muy temprano y la anécdota cuenta que me fui hacia el bajo en ese momento, alrededor de mis doce años. Comencé a tocar rock con diferentes músicos de mi colegio.


     A los catorce años. comencé con el bajo eléctrico en los talleres de jazz de mi escuela de música, en paralelo al saxo. Fue ahí que conocí alumnos más grandes que yo, con quienes formé grupos de rock y comencé realmente a girar en la escena de Rennes.


     Muchas veces tenía clases al día siguiente de los conciertos, así que mi padre me buscaba por la noche. Él estaba contento por acompañarme, se decía que quizás le hubiera gustado hacer lo mismo. Mi madre también me apoyaba. En cada concierto, me llevaban y me traían mientras yo estaba en el colegio.


     En ese momento empecé a amar mucho la música. Tocando la pantera rosa con el saxofón tuve el deseo de volverme músico. Mis profesores lo eran, entonces me decía a mí mismo que yo también podría serlo. Incluso aunque dudara con ser periodista, o escritor.“


¿Finalmente optó por el bajo o por el saxofón?


     “Comencé a adorar tocar el bajo en el rock, sosteniendo grooves. Me encontré mejor en el bajo que en el saxofón. No sé realmente por qué me gustó más el bajo; quizás por sentirme esencial en la música, en el groove. La alquimia entre bajista y músico, y entre músicos, me gustaba.


     En el bachillerato, comencé a estar más seguro de querer ser músico. Me decía que eso era posible. A los dieciséis, comencé a querer profundizar en mi práctica de jazz. Había conocido a Jacques Ravenel, saxofonista, y había podido hablar con él del hecho de querer ser músico. Ya había escuchado a algunos músicos decirme que si quería hacer jazz, el contrabajo era una buena elección. Jacques me había confirmado que el contrabajo era una manera bastante fácil de unirse a grupos de jazz.


     Luego me uní a la formación de jazz del conservatorio de Rennes, para desarrollar mi técnica de contrabajo y de jazz. Hoy en día, prefiero el contrabajo que el bajo, aunque no abandoné este último y toco en grupos de funk.


     Aprendí mucho en las jams-sessions de Rennes. Tuve el placer de conocer músicos y músicas increíbles desde que vivo en Rennes. Las experiencias ya son muchas y muy diversas. Cada una de ellas me aportó mucho.


     Siempre tuve el deseo de ir lo más lejos posible con la música.

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